Actualmente el uso de prendas de segunda mano vive un auge sin igual. Este es un mercado que sigue creciendo, marcas nuevas y posicionadas se suman a esta tendencia, y se cree que seguirá así en los próximos años.
Los precios reducidos, la variedad y la promesa de ser una
alternativa más sostenible atraen a los consumidores de moda más consientes.
Y es que a la fecha quién no ha escuchado de la moda
sostenible. De la preocupación por no contaminar al producir prendas de vestir.
Se critica constantemente el modelo de hacer negocios de las marcas fast-fashion.
Las infames marcas de moda rápida que sacan muchas colecciones de moda al año
sin importarles el impacto negativo que provoca su producción.
Sin embargo, a pesar de todas las críticas que reciben estas
polémicas cadenas de moda. Estas siguen vendiendo bien. No todas, es verdad,
pero lo suficientemente bien para que este atractivo modelo de negocio haya
hecho crecer a nuevos protagonistas como SHEIN.
Y es que a pese a toda la mala publicidad que tenga, siempre
hay algo que es difícil de vencer: La emoción que provoca tener ropa “nueva” en
nuestras manos. Ropas diferentes que vamos a mostrar en fotos y videos de
Instagram o Tiktok.
Es verdad también que muchas de estas cadenas han optado por ofrecer
colecciones sostenibles. Justamente como respuesta a los consumidores
interesados en adquirir ropa socialmente responsable. En el caso de las prendas
de lujo, el atractivo no es sólo extender el ciclo de vida de una prenda y
evitar que termine en el basurero, sino poder adquirir una prenda original a
menor precio.
En este sentido, surge la gran ola de las ropas de segunda
mano. Según informes de ThredUp.com su popularidad está en ascenso, y
además se prevé que siga subiendo en las próximas décadas.
Una muestra son las marcas Vinokilo Circle, Vestiaire
Collective, The Real Real, Net-A-Porter que forman parte de este negocio.
Por otro lado, el problema radica en que usar ropa de segunda
se está utilizando como una excusa para no sentirse culpable de cambiar de
atuendo tan seguido. Y no como una manera consciente de modificar la conducta
de compra. Si el mercado de la ropa de segunda mano sigue avanzando sobrepasará
al del fast-fashion. Suena bien. Pero llegará un punto en que todos
tendrán ropa de segunda mano en su closet, y se seguirá descartando la ropa en
basureros porque la disponibilidad de venta de ropa usada sobrepasó a las
personas que realmente la necesitan. Así como hoy con las tiendas que no venden
todo el stock.
Entonces, ¿estamos incentivando a un consumo de ropa
descontrolado y lo justificamos añadiendo el uso de ropa usada? Sí, es cierto
que podemos extender la vida de una prenda al venderla como de segunda. Pero
eso no quita el impacto al ambiente que produjo su fabricación, y su posterior
descarte. En consecuencia, al vender prendas de segunda se deben usar
detergentes para limpiar, y eso también contamina el agua a causa de los
microplásticos. Esto hace que el número de lavadas no haga esta práctica tan
sostenible.
Finalmente, toda iniciativa es buena queda en nosotros
conocer investigar y decidir y tener presente que la mejor manera de ser
sostenible empieza en reutilizar lo que se tiene en el propio closet.
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